El Tráfico de camiones de residuos biológicos, un problema de olores en aumento
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El Tráfico de camiones de residuos biológicos, un problema de olores en aumento
Las plantas de producción de biogás suponen un vector esencial para la transición hacia una energía más limpia y sostenible, impulsando el desarrollo local y convirtiéndose en centros de referencia de descarbonización y producción de gases renovables, como el biometano.
A medida que avanzamos hacia una economía más circular y sostenible, es prioritario que consideremos todas las opciones disponibles para gestionar nuestros residuos de manera más eficiente y respetuosa con el medio ambiente. Las plantas de biometanización suponen un gran avance en este ámbito, pero no podemos ignorar el impacto negativo que pueden ocasionar en el entorno natural y urbano.
En respuesta a estos posibles impactos medioambientales, las autoridades locales exigen a los gestores de residuos y promotores, la realización de un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para obtener la Autorización Ambiental Integrada (AAI). El EIA evalúa los posibles efectos ambientales de la planta, incluyendo estudios de calidad del aire, agua, suelo, biodiversidad, ruido y olores.
Debido a la naturaleza del residuo biológico necesario para la biodigestión, los residentes de muchas áreas urbanas y rurales han expresado su creciente preocupación por el mal olor que puede provocar esta actividad. En una planta de biometanización, los residuos orgánicos se descomponen en un ambiente controlado, lo que limita la liberación de malos olores, pero es inevitable que en zonas de trasiego y acopio de residuos, así como en el digestato generado, se encuentren compuestos odoríferos como el H2S y Compuestos Orgánicos Volátiles causantes del mal olor.
Esta situación pone de manifiesto la necesidad de emplear tecnologías de mitigación y tratamiento de emisiones para minimizar el impacto. Hay muchas tecnologías de tratamiento de emisiones, como la adsorción por carbón activo o el lavado químico, pero la tecnología que se ha impuesto en este ámbito es la tecnología de desodorización biológica, la biofiltración. Las tecnologías biológicas son sostenibles y respetuosas con el medioambiente, además de proporcionar unos bajos costes operativos durante toda su vida útil. Cabe destacar entre ellas, la biofiltración avanzada con biomedio mixto inorgánico/orgánico, ya que tiene rendimientos de eliminación superiores al 95% y una durabilidad de más de 20 años, lo que asegura que el impacto odorífero será minimizado desde el comienzo de la actividad hasta su cese.
Existen, por tanto, tecnologías para reducir el impacto odorífero en la planta, pero recientemente se ha puesto el foco en el olor desagradable que emana de los camiones que transportan los residuos. Los vehículos que transportan residuos biológicos para plantas de biometanización, así como lodos de depuradora y materiales para el compostaje, han sido identificados como la fuente principal de este problema, evidenciando que las lonas que cubren la carga son una medida insuficiente.
Este problema pone de relieve la necesidad de un manejo más efectivo del tráfico de camiones en nuestras comunidades. A medida que buscamos formas de reciclar y reutilizar más materiales, también debemos considerar el impacto que estas prácticas pueden tener en la calidad de vida de las personas que viven cerca de las rutas de transporte y disposición. Como solución a esta problemática la única opción es derivar el flujo de tráfico lejos de las zonas urbanas. Para diseñar el flujo de tráfico y conocer el impacto odorífero que provoca, se deben utilizar herramientas avanzadas de modelización de tráfico y de dispersión de olores.
Para obtener resultados detallados de las emisiones del tráfico, es necesario un modelo de simulación de flujo de tráfico que servirá como entrada del modelo de emisión a microescala, por ejemplo el modelo SUMO. El modelo matemático permite evaluar fácilmente las medidas de reducción de la congestión vial y la contaminación por malos olores, comparando sus efectos en diferentes escenarios, evaluando en cada uno de ellos el impacto odorífero a zonas residenciales.
Las emisiones de tráfico obtenidas de la modelización matemática se deben acoplar a un modelo Lagrangiano (Microphysics Graz Lagrangian Model) de dispersión de contaminantes, para obtener el valor en inmisión, es decir, la contaminación del aire que respiramos. Estos modelos matemáticos con capaces de reproducir campos de concentración 3D de contaminantes (pasivos) a muy alta resolución, bajo complejas configuraciones topográficas y de construcción, teniendo en cuenta cualquier obstáculo, entre ellos el efecto de los edificios y la vegetación.
Como conclusión, al combinar la modelización del tráfico y la dispersión de contaminantes, se puede desarrollar un enfoque más integral para gestionar el impacto odorífero de los camiones que transportan lodos, restos biológicos y material para compostaje. Este enfoque podría incluir la selección de rutas y horarios de transporte óptimos, así como la implementación de medidas de mitigación de olores basadas en la comprensión de cómo se dispersan estos olores en el ambiente.